Puerto Rico y junio
2 de 1823
Alma mía: desde La
Coruña te escribí avisándote mi salida de aquel puerto el
3 de abril, y por mi carta te habrás penetrado de lo sensible que me ha sido el dejar
un país en que puedo decir he pasado los mejores años de mi vida, pero tú estás bien penetrada
de lo crítico de mi suerte y de lo imposible que me era ya permanecen por más tiempo gozando de
tus atractivos continuando al mismo tiempo dándote finas pruebas del fino amor que siempre te
he profesado sin hacer en esto más que corresponder a tu sin igual cariño.
Mi corazón no llenará jamás este vacío, hasta tanto que no
logre la dicha de verme cerca de ti, y mi amistad siempre una, solo espera tan lisongero
porvenir para confirmarte con hechos positivos lo que las palabras
únicam.ente expresan con
debilidad.
Tú bien lo sabes, querida mía, y te haría suma injusticia
si por un instante me imaginase que dudabas de la verdad de estas espreciones.
¿Te acuerdas, Eloisa, de aquellos ratitos de placer que tu
ecsesivo amor me proporcionaba?, ¡qué presente tengo el día en que me fingí algo indispuesto al
bajar del aposento de tu hermano!, ¡a, lo que nos espusimos!... Ese día te aseguro, te conocí
hasta donde llegaba tu cariño, y las reiteradas demostraciones que de él me fuiste dando
después no podrán nunca borrarse de mi memoria.
Pásalo bien, amada mía, goza tú sola de los placeres de la
Corte, p.ero no olvides de consagrar
un momento de los pocos que tengas de soledad, a la memoria de quien
nunca podrá olvidarte y es de corazón tu finísimo amigo,
Q. B. T. P.
A. A.
Da mis espreciones a tu herm.ana Adelaida.